Ese cuento del matrimonio ha sido una de las cosas que más me
hecho pensar, decir y hacer pendejadas. Para que nos entendamos mejor, es
indispensable comprender la palabra matrimonio como "Unión de dos personas
mediante determinados ritos o formalidades legales y que es reconocida por la
ley como familia".
Mi relato sobre el matrimonio,
se irá desarrollando a través de 4 etapas: la primera la llamaré de fracaso
circunstancial, la segunda se define como la etapa de negación dismórfica, la
tercera de envidia mayéutica, para llegar a una cuarta etapa
que aún no se como titular…porque es una combinación de ilusión
renacentista con el cinismo
de Antístenes.
Fracaso
circunstancial: Es una
etapa comprendida desde que era un embrión (eso creo) hasta que cumplí 11 años.
Durante ese tiempo no hubo un solo ejemplo de matrimonio que me hiciera
relacionar esa institución con el amor. No me leyeron cuentos de princesas así
que no forme ningún ideal al respecto. En la ciudad donde nací y viví mi
infancia, se respiraba sexo en el aire, debido quizás (eso supongo
yo) al ambiente caluroso y soporífero de cada segundo del día. La gente casi
desnuda, sudorosa, creaba el ambiente propicio para la infidelidad y la lujuria; así que fui testigo de amantes, mentiras y abusos sexuales inimaginados, que me
hacían ver los horribles fracasos de los matrimonios; para no ser tan radical,
digamos que eran fracasos circunstanciales. Cuando mis padres se separaron yo
tenía 8 años y aunque la infidelidad no tuvo nada que ver, si fue uno de los
referentes para seguir con la siguiente etapa.
Negación
dismórfica: Sonrío de pensar que se me haya ocurrido el nombre de esta etapa de esta manera, no sé
si realmente refleja lo que quiero decir, pero me gusto como suena..jaja…fue
una etapa entre mis 12 y 22 años..uff…mucho tiempo jugando a la chica ruda. Durante esa época me negué profundamente a soñar con cosas
de princesas, eso de conseguir al príncipe azul no era para mí, yo era una
chica fuerte, talentosa, inteligente, aunque algo fea…jaja… para no ser injusta
conmigo digamos que durante toda esa época tuve sobrepeso y nunca me sentí una
mujer femenina, así que poco me arreglaba. En fin, la forma como yo me
veía, la cual ahora me doy cuenta que era totalmente distorsionada de lo que
realmente era, me hacía negar la posibilidad de encontrar a alguien, así que
viví de amores platónicos, con una que otra ilusión sin importancia, sin
permitir nunca que se hablara de futuro ni pendejadas de esas…jaja…de esta manera, mi
apariencia de jugador de futbol americano sumada a un discurso feminista fue la
mejor arma para ahuyentar cualquier posibilidad de matrimonio para el resto de
mi vida.
Envidia
Mayéutica: llego
el amor, la ilusión y con esto te replanteas lo que has pensado hasta el
momento, porque deseas con todo tu corazón que eso que sientes sea
correspondido y que se pueda vivir cosas maravillosas con esa persona. Por
primera vez experimento felicidad al sentirme tomada de la mano de alguien,
hasta cierto orgullo estúpido que te hace caminar con sonrisa de “miren mi
novio”…jaja…así el tipo este más feo que un carro por debajo. Así comenzó la
transición a esta etapa, la cual se manifiesta cuando volví a estar
sola; ya no era una niña, tenía 24 años, y me comenzó una preguntadera de
porqués y una envidia pueril cada vez que veía parejas consintiéndose, yo realmente pensaba: yo no nací para amar?...nadie nació para mi?...jajaja...
Pasaron los años, encuentro la posibilidad de casarme, pero decido “arrejuntarme”. Ya
arrejuntados no le encuentro sentido a eso del matrimonio, así que, comienzo a buscar
argumentos para defenderme de los empujones de mi familia hacia el altar y trato de convencerme a mí misma que no es necesario, que es una estupidez, que no gastaría
un peso en una boda, que lo importante es el compromiso que existe entre la
pareja y mil ideas más…hasta ese momento, estaba súper convencida de no encontrar en
ese acto formal ningún beneficio.
Entonces, mis
amigas comienzan a casarse, las fotos de matrimonios cada vez más constantes en
mi Facebook, todas se ven tan bonitas, tan felices, y vuelve la preguntadera…entonces
suspiro, siento envidia, me pregunto cosas estúpidas, vuelvo y suspiro y vuelvo
a sentir envidia.
Combinación
de ilusión renacentista con el cinismo de Antístenes:
Aquí es donde viene realmente la pendejada más grande de todas, si antes
era tonta por sentirme fea, por negarme al compromiso, por espantar a
cualquiera con mi autosuficiencia, llegué a la peor etapa de todas, me dieron ganas de una boda!... lo malo es que dentro de mí, sabía que la razón por que quería casarme era mas por los demás que por mí.
Desde hace 8 años convivo con un hombre al que amo, vivimos felices, pero constantemente tenemos que lidiar con la pregunta de si estamos casados, la familia y amigos tenían dudas con respecto a a como nos invitaban en las tarjetas, habían comentarios de la gente que me hacían sentir que a pesar de ser una pareja estable y comprometida, aun no nos veían como un hogar.
Comencé a sentir una ilusión renacentista que me hizo a imaginar
las hermosas fotos de la boda, los recordatorios, las invitaciones, los regalos
de boda, la luna de miel…y me dije: porque no?...ahora me siento bella, saludable,
rozagante, es la mejor época de mi vida, entonces dije…sii. me quiero casar!!!!!!!!!...solo
había un pequeño problema, mi pareja nunca me había propuesto matrimonio…jajaja…
Fue
así, como en medio de mi espontanea forma de ser, y dentro de la confianza
absoluta que tengo con mi pareja, le dije: Negro, te casas conmigo?...y el sin
pensarlo dijo sí. Un si tan rápido y seco que me dejo dudando. Entonces le insistí: "es en serio". Y el
distraído en la televisión y sin mirarme dijo: "Si, en serio". Entonces le
pregunte cuando, y me respondió, "cuando tú quieras", seguí acosando..jaja.. y le dije: dentro
de un mes, y me respondió, listo. Casi me devuelvo a mi etapa de envidia
mayéutica, porque comencé a pensar en lo diferentes que se veían las propuestas de matrimonio en las novelas y
películas..jaja..normalmente el tipo llega con anillo
en mano y de rodillas, en cambio, yo estaba allí, sabiendo que a él le daría lo mismo casarse, que yo hubiera podido comenzar en ese preciso instante a organizar una boda y seguro él simplemente asistiría..jaja...
La
verdad es que después de esa conversación anti-romántica, y muchos
cuestionamientos éticos que hice al respecto, pase de la ilusión renancentista
al cinismo, no tenia sentido hacer una boda si realmente ninguno de los dos le encontraba un sentido, entonces decidí dejar a un lado los convencionalismos sociales y la moral
comúnmente admitida (volverme cínica), mandar al demonio a todo el mundo, seguir compartiendo mi vida con mi pareja hasta que la vida o la muerte nos separe...jaja... y que
sí nos vamos a casar?...mi Negro siempre responde que ya lo estamos.